Lo hicieron investigadores en San Luis. Buscan aprovechar las virtudes de longevidad y fortaleza del añoso árbol que está en la Villa de Merlo, con destino a la reforestación.El poeta Antonio Esteban Agüero tendría que dedicarle cien versos más al Abuelo Algarrobo, porque esa cantidad de arbolitos son los que acaba de clonar genéticamente Ecochem, una empresa puntana que replicó este símbolo de San Luis de más de 800 años y que aún vive en la Villa de Merlo, con la técnica conocida como micropropagación vegetal.
El trabajo se realizó en los laboratorios que la firma tiene a tres kilómetros al sur de la ciudad capital a partir de una hoja del preservado árbol, que se la cortó en cien pedacitos, para luego colocarlas en un medio de cultivo modificado hormonalmente.
Mauricio Pestchanker es junto a su hermano Luis propietario del emprendimiento que ayer mostró a El Diario de la República y donde en uno de los impecables edificios alberga los cien ejemplares de esta asombrosa sorpresa para los puntanos.
“Podemos generar millones de algarrobos idénticos si tener que quitarle ramas al abuelo algarrobo, que es otra forma de clonación”, dijo el profesional puntano y egresado con medalla de oro en el doctorado en Química que cursó en la Universidad Nacional de San Luis.
Luis Peschanker, también doctor en Química, es especialista en micropropagación vegetal, con un extenso trabajo desarrollado en Estados Unidos. “Él siempre tuvo esa inquietud”, remarcó su hermano y por eso también van a clonar otra especie de interés histórico y genéticamente adaptado a San Luis, como los pimientos de la Plaza Pringles.
“Si te fijás en la Autopista de las Serranías Puntanas toda la forestación que hizo la gente del Plan de Inclusión, la mayoría de los ejemplares que sobrevivieron son pimientos”, advirtió Mauricio. La idea final es aportar plantas para todo tipo de forestación, pero que no necesiten cuidados especiales: “Podemos plantar millones de árboles de distintas especiales, pero es imposible regarlos”.
El proceso para lograr estos ejemplares una vez colocados los pedazos de hojas en condiciones especiales, lleva varios meses: primero se transforman en una especie de callos, que más tarde con otras hormonas generan hojas y tallos y en un último proceso se les incentiva el crecimiento de raíces y luego pasan macetas con tierra.
Todavía no se piensa en el destino comercial de este logro, pero uno de sus dueños explicó que esta iniciativa se inspiró en la forestación que lleva adelante la provincia para cumplir metas del Protocolo de Kioto y en la necesidad de reforestar superficies arrasadas por los incendios.
Romance de ausencias
Arbolitos de mi tierra,
crespos de vainas doradas,
a cuya plácida sombra
pasó cantando mi infancia ...
He visto árboles gloriosos
en otras tierras lejanas,
pero ninguno tan bello
como esos de mi montaña.
Cantando fui peregrino
por exóticas comarcas,
y ni en los pinos de Roma
ni en las encinas de Francia
hallé ese dulce misterio
que sazona la nostalgia.
Algarrobal de mi tierra
crespo de vainas doradas,
a cuya plácida sombra
pasó cantando mi infancia...
Mística unción del recuerdo
que me estremeces el alma,
trayéndome desde lejos,
como en sutil brisa alada,
un arrollar de palomas
cuando el crepúsculo avanza,
un aroma de poleos
cuando el viento se levanta,
y en el silencio nocturno
un triste son de vidalas.
Algarrobal de mi tierra,
crespo de vainas doradas
a cuya plácida sombra
pasó cantando mi infancia...
¡Ay, cuando volveré a verte,
rústico hogar de mi patria!
Ser quiero yo tu hijo pródigo
que torna a la vieja estancia,
por merendar las colmenas
en tu quebracho enjambras.
¡Ya en los manjares del mundo
probé las heces amargas!
¡Ya en la orgullosa melena
me van pintando las canas!
Arbolitos de mi tierra,
crespos de vainas doradas,
a cuya plácida sombra
pasó cantando mi infancia...
Ricardo Rojas
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