miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cartas Familiares






Ajaaá, sí... está lloviendo otra vez...una lluvia blanca...finita...diría un tango tristón; sobre la calle río de mi barro (porque la están arreglando), marrón chocolatoso, pegajoso, con bolsitas de colores como un helado, marrón bombón (como vos mi amor), que se pierde entre los verdes y los espejos tirados donde se esconde el cielo, brillantes esparcidos.



Yo sigo acá, atado a la silla sin moverme, drogado de tanta tarde, de tanto perfume mojado, de tanta tierra humedecida y callada.


La gota cae y rebota, cae y explota los colores de un prisma....se deshace....otra gota cae y otra gota nace la mirada perdida y encontrada se queda un instante en la figura vidriada de la ventana mojada


Hay una canción sencilla que suena en la lata vacía...


¡Qué fácil fabrica el silencio, su compañía poeta!


La rosa blanca se aferra a la reja de la puerta ¡Qué maricona! ¡Tan grande y asustada por un poquito de viento! Si supiera cuantas veces me agarré desesperado a los hierros oxidados del balcón de la memoria...


¿Balcón dije? El que resguarda las lágrimas, el que evita que caigas al vacío de los sueños olvidados.


¿Balcón? Balcón el de Bolivia...el de mi abuela, ¡la tuya!, la de la casa rosada... ¿o amarilla? bien no me acuerdo, pero no importa. ¡La de los pajaritos!, ¡la de jaula grandota! ¡la de recuerdos queridos de una infancia feliz!


Viajar solito en el tres, cuatro, tres, el celestito; juntar boletos de tren, verdes y blancos; verdes y amarillos, caminando por las vías... ¡faaaaaaaá!


Otro día te cuento chiquita...ahora me voy a pisar charquitos.


                                                                           Chan.


Balcón de la calle Bolivia.

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