El edificio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires sobre la avenida Las Heras, originalmente concebido para sede de la Facultad de Derecho es la única construcción neogótica monumental de carácter no religioso de la Ciudad de Buenos Aires.
El proyecto del ingeniero Prins preveía ocupar toda la manzana comprendida por la avenida Las Heras y las calles Cantilo, Melo y Azcuénaga. La volumetría general se estructuraba en un subsuelo, planta baja avanzada formando una terraza alrededor de todo el edificio y tres pisos con patios jardines internos, se coronaba con una torre central de gran altura y torres laterales más bajas y contaba con tres accesos, el principal sobre la Avenida Las Heras y otros dos sobre los frentes laterales.
La construcción del edificio se inició en 1912, habilitándose parcialmente en 1925. Continuaron lentamente las obras hasta 1938, fecha en que se evaluó la conveniencia de terminar la construcción frente s los altos costos y las nuevas necesidades. Se decidió entonces cancelar la continuación los trabajos y al año siguiente se aprobó la construcción de una nueva sede para la Facultad de Derecho, sobre la Av. Figueroa Alcorta. Al dejar dicha Facultad el edificio en 1950 se instaló en el mismo la Facultad de Ingeniería que actualmente la utiliza para el dictado de cursos de posgrado y como sede del Museo de Ciencia y Técnica.
La catedral gótica de la Facultad de Ingeniería oculta historias intrigantes
"Enciclopedia de obras inconclusas y proyectos que nunca se concretaron." Podría titularse así un extenso volumen sobre emprendimientos frustrados o que quedaron a medio camino en la Argentina. Por problemas económicos, o éstos, como "efectos colaterales" de peores asuntos.
Entre ellos el más emblematico es el edificio de la Facultad de Ingeniería, también conocido como la Catedral,que ocupa la media manzana comprendida entre la avenida Las Heras y las calles Pacheco de Melo, Azcuénaga y Cantilo, en Recoleta.
Posee una historia tan ajetreada como interesante, desde la colocación de la piedra fundamental, en 1912, al aprobarse el proyecto del ingeniero Arturo Prins.
Prins nació en Montevideo en 1877. Adoptó la nacionalidad argentina y en 1900 se graduó aquí como ingeniero civil. Realizó numerosos viajes a Europa, perfeccionándose en la arquitectura gótica de varias de sus capitales.
Su firma figura en no pocos edificios de significativo carácter, como el Banco Nación de Santa Fe y Azcuénaga, la refacción de la iglesia de San Nicolás de Bari y del Archivo General de la Nación o el tradicional club 20 de Febrero, de Salta, entre muchos más. También es autor de numerosas viviendas privadas, entre ellas, los palacetes de Manuel Quintana y de Norberto Quirno Costa. Fue miembro creador de la Academia Nacional de Bellas Artes y de Amigos de la Ciudad.
Al iniciar la construcción de la sede universitaria, hizo levantar una casona a metros de ella, en Las Heras 2166. Tiene dos plantas. La superior, propiedad de la familia Quaranta, posee 17 habitaciones, que incluye ámbitos destinados a tintorerías, lavaderos y residencia de cocheros.
"Una parte la ocupaban capataces que trabajaban en la facultad. Como vivían en la provincia, Prins concibió esto para que no se fueran", apunta Jorge Quaranta.
Arturo Prins murió el 5 de octubre de 1939. En 1938 se había decidido dejar sin efecto la construcción, y en enero del año siguiente se resolvió incluir en el presupuesto de la Nación una partida de 6 millones de pesos para erigir otra sede, la actual, sobre la avenida Figueroa Alcorta. La suma era prácticamente igual a la asignada en el proyecto de Prins.
El "suicida" responde
El imaginario popular relacionó una cosa con la otra. Se sostuvo que Prins se había suicidado por no haber podido concluir su obra, rumor que empezó a circular aun antes de su muerte. Quaranta cuenta que un antepasado suyo se encontró con él en la calle y le relató el "trascendido". Prins lanzó una carcajada y dijo: "Podría suicidarme por muchas cosas, pero no por dejar inacabado un edificio".
De cualquier forma, el tema generó un juicio por rescisión de contrato que duró más de 10 años. Los descendientes del ingeniero arquitecto, al ganarlo, sólo cobraron una suma irrisoria.
El 17 de noviembre de 1925 se inauguraron las tres plantas sin terminar que albergaron la primera sede de la Facultad de Derecho. Exhibían el original sello impuesto por Prins, ajustado al estilo gótico (algunos especialistas prefieren calificarlo de "neogótico"), que dotó al barrio de Recoleta de una singular tonalidad europea. Sobresale extrañamente entre el cúmulo de altas torres de vivienda absolutamente "normales".
María del Carmen Maza es una museóloga experta en la Catedral, a punto de publicar un libro, "Las Heras 2214, un sueño inconcluso".
Prins llegó a hacer sólo la primera mitad del edificio, dice, porque el terreno abarcaba toda la manzana. Justifica su interés en profundizar el tema ante los datos "disparatados" que obtuvo en sus primeras investigaciones.
"La facultad es un paradigma de una ciudad que quiso parecerse a Europa, con mucha obra descontextualizada y afectada, además, por diversos hechos: las dos guerras mundiales y los fuertes cambios políticos del 30 al 50, con sus correspondientes crisis económicas", reflexiona.
Su falta de terminación y la carencia de medios para mejorarla -comenta- se advierten en la suciedad de las paredes, la impresionante polución generada por "el mayor palomar de la ciudad" y, en general, la carencia de un adecuado "ropaje exterior".
¿Puntos en favor? La exquisitez de sus líneas, sus soberbias puertas (manijas incluidas) y sus antiguos vitraux (muchos conservan el antiguo símbolo de la balanza, que representa a la Justicia, de tiempos en que se estudiaba derecho), y la magnífica escalera central desde la que se accede a las distintas aulas en las que estudia una población de alumnos que actualmente ronda los 3000 jóvenes.
En 1991, se sumó otro aspecto destacable: el notable museo de ciencia y técnica, que funciona en la planta baja y en el que, junto a muchos elementos más, se exhiben teodolitos, un dispositivo que demuestra el teorema de Pitágoras, un ábaco chino, maquetas de locomotoras y barcos, el monumento ecuatoriano a la mitad del mundo, en la latitud 0° 0° 0°, y un aparato que reproduce el efecto de un rayo.
Por Willy G. Bouillon
Del paisaje urbano para LA NACION
Cada vez que paso por esa ''catedral'' como le dicen con el colectivo giro la cabesa para mirarlo me encanta, ESTO ESTUDIANDO ARQUITECTURA y un dia de estos cuando este llendo para la facultad me voy a tomar el tiempo para sacarle fotos y poder observarlo mejor, NO sabia que habia una historia por la que no se termino desde ya voy a seguir viendo que paso y observando la ''catedral''
ResponderBorrarCabeza se escribe con zeta. Si estás estudiando arquitectura, lamento que tengas tantas faltas de ortografía.
BorrarYendo se escribe con Ye
Y no anoto los tildes porque seré tildada de antigua
saludoS
Si, una historia vieja e interesante!
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