jueves, 10 de septiembre de 2009

Sección: Cuentos y leyendas

Las tres plumas
 Un cuento de los hermanos Grimm
   Había  una vez un rey que tenía tres hijos. Dos eran despiertos y atrevidos.El tercero, ingenuo, bueno y soñador,era considerado un inútil, incapáz de realizar ninguna empresa, y por eso lo llamaban Simplicio. El rey amaba a los tres con ternura, y al sentirse viejo no había a quien nombrar heredero de la corona.
     Un día los  llamó y les dijo:
     -Hijos míos: uno de ustedes deberá sucederme en el trono. No sé a quien legar el cetro y la corona. Por eso decidí ponerlos a prueba. Partan, recorran el mundo y tráiganme un tapiz. El que consiga el más bello será el heredero del reino.
     -Oí que los tapices más hermosos se fabrican en Oriente -dijo el hermano mayor-; como primogénito me corresponde elegir el rumbo. Me dirigiré a Oriente.
     - ¡De ninguna manera! -replico el segundo- hacia Oriente partiré yo.
     -¡Calma! ¡Calma! -intervino el anciano-. La suerte decidirá el rumbo de que debera tomar cada uno. Aquí tengo tres plumas. Desde la terraza las arrojaré al jardín una a una. La primera le corresponderá al primogénito, la siguiente al segundo y la tercera al último de los hermanos.
     Los tres hijos del rey bajaron al jardín y esperaron la caída de las plumas que el rey iba a arrojar desde la terraza.
     El viento llevó a la primera hacia el Oriente, la segunda hacia el Occidente, y la tercera, cayendo verticalmente, de posó al pie de la segunda terraza.
     -¡Esto quiere decir que Simplicio no debe salir del reino! -dijeron los hermanos-; debe buscar aqui el tapiz.
     Una vez que el rey y los dos hijos mayores hubieron entrado, Simplicio se acercó al lugar en que se había posado la pluma y, al inclinarse para recogerla, notó que junto a ella había una anilla de bronce. Separó las ramas de un arbusto y descubrió una losa. Tiró de la anilla , y al levantar la losa vió una escalera tallada en la roca que conducía a un subterráneo.
     Suponiendo que en aquella cueva se iba a encontrar con poca luz, Simplicio cortó una rama para que le sirviera de bastón en la oscuridad. Con la pluma en la mano derecha empezó a descender por la cómoda escalera y llegó a una sala espaciosa, en medio de la cual se alzaba un trono. Una gran rana vestida de reina lo ocupaba, y en torno a ella se apretujaban varias ranitas.
     -¡Bienvenido, Simplicio! ¿Necesitas algo? ¿Podemos serte útil?
El joven dudó un instante antes de responder  Estaba perplejo.
     La reina de las ranas hizo un gesto amable para darle ánimo, y entonces Simplicio relató lo que había  acontecido momentos antes en el jardín
      -¡Ah! ¿Necesitas un tapiz? Veremos si podemos proporcionarte uno. Y con voz grave recitó:
Ranitas verdes de los guardarropas
traed al punto un hermoso tapiz;
ese bordado con flores de almendro
o ese estampado con flores de lis.

    Cuando Simplicio vió el tapiz azul que las ranitas sacaron del guardarropa, se puso muy contento. Dificilmente sus hermanos podrían conseguir algo mejor en Oriente o en Occidente.
     -No conviene que te presentes a tu padre tan pronto. Quédate aquí hasta que sepamos que han vuelto tus hermanos .
     Meses después se supo que estos habían vuelto. Traían varios tapices para que el rey eligiera el mejor.
     -Cuando llegue Simplicio compararemos su tapiz con el mejor de cada uno de ustedes -dijo el anciano.
     Al día siguiente el menor de los hermanos extendió el tapiz azul ante el rey, y éste, admirado, bajo del trono y dijo:
     -El mejor tapiz es el tuyo. Simplicio. A tí te corresponde ocupar el trono.

     Los dos hermanos,  verdes de rabia, interrumpieron:
     -Simplicio no puede ser el vencedor, pues ha llegado tarde. Presentó su tapiz un día despues de nuestra llegada.
     El rey propuso entonces otra prueba:
     -El que me traiga el anillo más precioso heredará el trono.
     El mayor de los hermanos se dirigió a Oriente, el segundo hacia Occidente y Simplicio bajó al subterráneo de la reina de las ranas.

     Esta recibió al jóven con gran alegría, y al saber que el rey deseaba un anillo, exclamó, dirigiéndose a la más pequeña de su corte:
     
Ranita verde, ranita verde
fiel guardadora de mi tesoro
trae el anillo más deslumbrante 
de cincelado platino y oro.


     El mismo día de la llegada de los dos hermanos se presentó Simplicio con la joya del tesoro de las ranas, y el rey le dijo: 
     -Tu anillo es el mejor. Heredarás el trono.
     -Los tapices y las joyas no sirven para decidir sobre tan importante asunto. La suerte y  no la inteligencia 
se pone a prueba con esto.
     -Asi dijeron los hermanos, y el rey entonces propuso:
     -El que me traiga la nuera más bella heredará la corona.
     Las tres plumas arrojadas por el rey volvieron a señalar el rumbo que debia tomar cada uno de sus hijos.
     - A tí te corresponde encaminarte hacia Oriente  -dijo el rey al mayor.
     - A tí, te toca ir hacia Occidente -le dijo al segundo.
     - Y a tí, Simplicio  -dijo el monarca con trsiteza- te toca siempre buscar dentro de mi reino.
     -No importa, padre. No siempre lo más lejano es lo mejor. Estoy seguro de encontrar aqui la esposa más bella y la más buena.
    
     Al cabo de tres meses las tres nueras fueron presentadas al rey. El primogénito y el segundo se habían casado con dos actrices de circo. Eran muy bonitas; pero cuando el rey vió a la esposa de Simplicio se quedó maravillado. Se dirigió a este y dijo:
     -Evidentemente, hijo mío, la corona te corresponde.
     -La esposa de Simplicio te ha deslumbrado por su cara bonita, padre. Pero, ¿tiene ella la destreza y la agilidad de nuestras esposas?
     Así hablaron los hermanos, y, colocando un gran aro frente a sus mujeres, ordenaron a estas que saltaran. Así lo hicieron ellas.
     Entonces la esposa de Simplicio pidió que pusieran más lejos y más alto el aro. Los presentes no salían de su asombro.
     -¡Más lejos, más alto, más, más aún!
     Parecía imposible que un ser humano  pudiera saltar tan alto.
 Y sin embargo,  ante los ojos de todos se produjo  lo imposible.


     Nosotros sabemos porque.  La joven era una de las ranitas  del subsuelo, que por la magia
de la rana reina se volvió  doncella y con su salto  ganó el reino para Simplicio
De:
Grimm, Hermanos. Fabulandia. Buenos Aires: Codex, 1979. 92p
Comentario:
El libro Fabulandia reune una seleccion de fabulas y cuentos  con  los titulos mas importantes de la literatura universal y de prestigiosos autores tales como Los hnos Grimm, laCondesa de Ségur, Mme d´Aulnay, antiguos cuentos coreanos y chinos  y leyendas sudamericanas. Esta presentado en una linda encuadernacion resistente al uso y los años,con hermosos  y coloridos dibujos y en cada hoja guardas florales hacen de esta obra un tesoro muy valorado.

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